La inflación de enero registró una notable desaceleración, con un índice del 2,2%, siendo el más bajo en los últimos años y sorprendiendo a analistas y economistas. Esta cifra se encuentra por debajo de lo esperado por el mercado, y representa una reducción importante respecto al 2,7% de diciembre. Además, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) interanual se ubicó en 84,5%, marcando la primera vez desde enero de 2023 que perfora el umbral del 100%.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), la desaceleración estuvo impulsada por menores aumentos en algunos sectores clave, aunque otros mostraron un comportamiento opuesto. La división que más subió fue la de Restaurantes y hoteles, que registró un aumento del 5,3% debido a las subas estacionales en el servicio de hotelería. En segundo lugar, la categoría Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles presentó un incremento del 4%, principalmente por las subas en alquileres y servicios.
En contraste, el sector de prendas de vestir y calzado registró una baja del 0,7%, la primera deflación en el rubro desde enero de 2019. Los economistas señalaron que esta caída se debe a la apertura de importaciones y la aplicación de rebajas anticipadas por el cambio de temporada, sumado a la disminución en el consumo general.
La economista Rocío Bisang, de EcoGo, comentó que la estabilidad en los precios durante enero estuvo relacionada con varias medidas tomadas a nivel macroeconómico, como la eliminación del Impuesto PAIS a finales de diciembre y la moderación en el ajuste del "crawling peg" (la política de devaluación gradual del peso), entre otros factores. A nivel microeconómico, Bisang destacó la baja en los precios de las verduras y la indumentaria como elementos relevantes que ayudaron a contener el índice inflacionario.
Por otro lado, el análisis de las categorías de inflación muestra que los bienes regulados, como tarifas y combustibles, subieron un 2,6%, mientras que el IPC núcleo —que excluye precios estacionales y regulados— creció un 2,4%. En cuanto a los precios estacionales, aumentaron solo un 0,6%, lo que también contribuyó a la desaceleración general.
En cuanto a las regiones, la zona de Cuyo fue la que menos aumentó en términos de inflación, con un 2%, seguida por el Gran Buenos Aires, con un 2,2%. Las regiones del Noroeste, Patagonia, Noreste y Pampeana, en cambio, estuvieron por encima del promedio, con aumentos que oscilaron entre el 2,3% y el 2,6%.
Si bien enero trajo una desaceleración en el índice general, las expectativas para febrero no son tan optimistas. Las consultoras coinciden en que los precios de los alimentos, especialmente la carne, registraron un alza pronunciada durante la primera semana del mes. En su relevamiento, la consultora Analytica destacó que los alimentos y bebidas mostraron una suba importante, aunque otros productos lograron compensar el impacto. De forma preliminar, se espera que febrero termine con una inflación similar o ligeramente inferior a la de enero, con un promedio proyectado de 2,7%.
Desde EcoGo también anticiparon un repunte inflacionario en febrero y marzo, principalmente impulsado por el aumento en los precios de las carnes. Sin embargo, hacia adelante, se espera que la desaceleración vuelva a consolidarse en los meses siguientes.
El Gobierno nacional festejó el resultado de enero, señalando que se trata del índice de inflación más bajo desde 2020. “Es la confirmación de que estamos en un proceso de desinflación sostenida”, comentaron fuentes oficiales. Además, destacaron que la inflación interanual del 84,5% es la menor desde septiembre de 2022, lo que, según el Ejecutivo, marca un cambio positivo en la tendencia.
Este descenso en la inflación ocurre en un contexto de crecimiento de la actividad económica, que acumuló un 6,4% entre abril y noviembre, según el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) desestacionalizado. A su vez, se registraron aumentos en los ingresos de la población, con mejoras en los salarios del sector privado registrado, las jubilaciones y la Asignación Universal por Hijo.
A pesar de estos avances, los economistas señalan que la recuperación de los ingresos todavía es limitada, lo que se ve reflejado en el consumo. Por lo tanto, aunque la inflación se desacelera, los efectos en la economía cotidiana siguen siendo mixtos.