La ganadería argentina atraviesa uno de sus mejores momentos en materia de precios, pero eso no alcanza. Así lo explicó Omar Barlasina, vicepresidente segundo de la Sociedad Rural de Río Cuarto, durante una entrevista realizada en Breves Streaming, en la que abordó el presente del sector y las perspectivas de la actividad. “Siempre digo que la carne argentina es nuestro fuerte, pero no supimos aprovecharlo”, aseguró.

El dirigente remarcó que la falta de políticas de largo plazo, la inestabilidad económica y la ausencia de incentivos concretos provocaron un estancamiento en la producción ganadera nacional. “Se han hecho pésimamente malas cosas en ganadería. El productor se adapta como puede, pero no hubo una ayuda real para crecer. Si se hubiese apoyado al sector, hoy podríamos tener el doble de cabezas”, indicó.

Además, Barlasina destacó que la Argentina aún conserva una marca reconocida a nivel internacional. “Tuvimos una gaseosa, por decirlo de forma simbólica, que era reconocida en el mundo entero. Pero no supimos sostenerla”, expresó, en referencia a la calidad de la carne local y su posicionamiento histórico en los mercados globales.

Durante la entrevista también se habló del reciente anuncio del Gobierno nacional sobre la posibilidad de importar carne desde Brasil, a raíz de la nueva condición sanitaria de ese país. En ese sentido, Barlasina fue claro: “No va a funcionar. El consumidor argentino no va a convalidar esa carne. Son animales pesados, engrasados, de otra calidad. No es lo mismo”.

El dirigente explicó que la ganadería brasileña se basa en cruzas índicas, con características muy distintas a las razas británicas predominantes en el país. “La terneza y la calidad de nuestra carne son distintas. El argentino está acostumbrado a otro tipo de sabor y textura”, dijo.

Respecto a la evolución de los precios, señaló que desde febrero la carne comenzó a recuperar su valor y que, pese al aumento, el consumo interno se mantiene. “Lo que se come, se sigue comiendo. No es que aumentó el consumo, pero no cayó como se pensaba”, explicó. Y añadió: “La carne había quedado barata en relación con otros productos. Hoy, una pizza cuesta casi lo mismo que un corte de buena calidad”.

La conversación también giró en torno a los hábitos de consumo y a los cortes alternativos que ganaron lugar en los últimos años. “Antes había cortes que se les daban a los perros. Hoy, como la marucha o la marbotilla, son una alternativa excelente, con buena proteína y a buen precio”, destacó.

En otro tramo de la charla, Barlasina apuntó contra la falta de continuidad en las reglas de juego. “Con las hojas pasó lo mismo. Cambiaban las normas todo el tiempo. Así es imposible planificar. Muchos vendieron los campos porque ya no era viable”, sostuvo.

También reflexionó sobre el impacto de los monocultivos y la pérdida de diversidad productiva. “Se dejó de lado el modelo mixto. Muchos productores se fueron del campo y hoy les cuesta volver”, dijo. Y agregó: “El campo se vació y eso se nota. Habría que promover el regreso a la producción diversificada”.

Sobre la tecnificación del sector, resaltó los avances en ganadería en los últimos años. “Antes los cambios llegaban tarde. Hoy hay genética, pasturas, dietas controladas, manejo de precisión. La tecnología ayudó mucho a mejorar la producción”, comentó.

En el cierre, hizo una distinción importante: “Cuando se habla del campo, la gente cree que es todo lo mismo. Pero hay productores grandes, medianos y chicos. Es como un kiosco, un súper y un almacén. Todos están dentro del sistema, pero no todos tienen lo mismo”, explicó.

Y concluyó: “Yo nací y me crié en el campo. Hice la primaria ahí. Conozco la lucha diaria del productor. No es un sector sobrante, como algunos creen. Al contrario, es uno de los motores del país, aunque muchas veces no se lo entienda”.