Desde su origen en Río Cuarto, el Clúster Agtech viene desarrollando un enfoque que apuesta por la expansión federal de la innovación tecnológica en el agro. Fernanda Bireni, coordinadora del clúster, lo definió con claridad durante su participación en Breves Streaming: “Soñamos con que haya representaciones del clúster en el norte argentino, en el sur, en Mendoza”.
La estrategia del clúster no se limita al alcance local. Se trata de un proyecto que busca integrar el interior productivo del país mediante un modelo colaborativo que conecte actores del campo, la tecnología y la educación. “No tiene fronteras, lo pensamos para toda la zona productiva de Argentina”, afirmó Bireni.
Este enfoque parte de una convicción: la transformación digital del agro no puede depender sólo de grandes centros urbanos o de capitales económicas. Para Bireni, el valor está en las capacidades que existen en cada territorio, y en cómo esas capacidades pueden potenciarse si se conectan. “Queremos que haya representaciones nuestras en distintas provincias, en distintas cadenas productivas. Es un sueño a largo plazo, pero lo estamos impulsando”, explicó.
El trabajo del Clúster Agtech se apoya en una red de vínculos institucionales, con fuerte presencia en universidades, organismos públicos, empresas y startups. Esa articulación es la que permite pensar en una proyección nacional. “Tenemos vínculos con Estados Unidos, con Brasil, con organizaciones provinciales, y con actores de distintas zonas del país. El objetivo es que esta experiencia se multiplique”, expresó la coordinadora.
La posibilidad de construir un ecosistema tecnológico sin fronteras parte también de un cambio cultural. Para Bireni, es necesario romper con la idea de que la tecnología está reservada para grandes capitales. “Queremos dejar claro que la tecnología no es para el gran productor ni para los hijos. La tecnología ya está acá, y es para todos”, remarcó.
Uno de los ejemplos más claros de esta vocación federal es la organización de la Agtech Week, que por primera vez se hará en Río Cuarto, pero con una convocatoria abierta a toda la región. “Estamos invitando a productores, tecnólogos, estudiantes y público en general de toda la región. Queremos que entiendan el impacto socioeconómico que esto puede tener si lo impulsamos en serio”, señaló.
La idea de un clúster sin fronteras también implica una forma particular de construir relaciones. Bireni lo describió como un entorno “colaborativo, no cooperativo”. La distinción no es menor: no se trata sólo de repartir tareas, sino de compartir saberes y generar vínculos en los que todos ganen. “Tenemos que aprender a pensar en relaciones ganar-ganar. No es que si uno gana, el otro pierde. Si nos hablamos y nos entendemos, todos podemos ganar”, dijo.
En esa línea, el clúster promueve espacios de diálogo entre productores y desarrolladores, entre universidades y empresas, entre sectores públicos y privados. Según Bireni, es la única manera de crear soluciones reales con impacto territorial. “Queremos que la sociedad de Río Cuarto entienda que esto no es sólo para el campo. Si se radican empresas tecnológicas, se abre el aeropuerto, se reactiva la construcción, se generan bancos en las escuelas. Todo eso derrama”, afirmó.
El concepto de “clúster sin fronteras” también tiene un componente internacional. La coordinadora destacó que ya existen relaciones con entidades de Estados Unidos, donde visitaron el llamado “cordón maicero” y se reunieron con universidades, centros de innovación y empresas. De allí surgieron alianzas con referentes como Stephanie Regagnon, que estará presente en la Agtech Week para explicar cómo ayudan a empresas latinoamericanas a insertarse en ese mercado.
Otro ejemplo de ese vínculo global es la participación de la Cámara de Comercio Argentino-Brasileña, que también estará en el evento para hablar sobre las oportunidades de expansión en la región. “Queremos que Río Cuarto sea un nodo, un punto de conexión. Pero para eso tenemos que mirar hacia afuera y hacia adentro al mismo tiempo”, sostuvo Bireni.
El clúster se propone entonces como un espacio abierto, en permanente construcción, donde el conocimiento fluya y se traduzca en herramientas aplicables en la vida real. “Lo que importa no es cuántos términos técnicos se usan, sino qué problemas se resuelven. No hace falta entender cómo funciona el microondas, lo importante es que el café salga caliente”, graficó.
Esa mirada resume el espíritu del proyecto: hacer que la tecnología tenga sentido, que sirva, y que esté al alcance de todos los territorios que producen. Para eso, la expansión del clúster es un paso estratégico. Y si bien el sueño parece ambicioso, Bireni lo plantea desde una convicción clara: “Ya lo estamos haciendo”.