La situación social y económica en Argentina se encuentra en su punto más crítico en décadas. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), la pobreza en el país ha alcanzado el 52,9% en el primer semestre de 2024, lo que significa que cerca de 24,8 millones de argentinos viven en condiciones de pobreza. Además, unos 8,5 millones de personas se encuentran en situación de indigencia, con una alarmante tendencia de crecimiento en este segmento.

El salto en la pobreza es dramático: en el mismo período del año pasado, el índice se situaba en un 40,1%, lo que representa un incremento significativo en tan solo un año. Estos números reflejan la peor crisis en dos décadas y marcan el fracaso de las políticas implementadas para contener el deterioro de la calidad de vida de millones de personas.

Uno de los puntos más preocupantes es el crecimiento de la indigencia, que subió del 9,3% al 18,1% en solo un año. Esto significa que el número de argentinos que no pueden acceder a una canasta básica de alimentos se ha duplicado en ese lapso. Los economistas coinciden en que esta situación refleja la falta de políticas eficaces para mitigar el impacto de la inflación y la devaluación que sufren los sectores más vulnerables.

Juan Graña, un destacado economista, expresó que "el nivel de pobreza es extremadamente alto, y aunque es un dato pésimo, dada la crisis actual, no sorprende a nadie". Lo que genera más preocupación, según Graña, es el fuerte aumento de la indigencia, ya que "demuestra que no solo hay más pobres, sino que la pobreza es más severa y la ausencia de políticas estatales es notoria".

Al finalizar 2023, la cifra de personas bajo la línea de pobreza se situaba en 19,5 millones. En menos de seis meses, ese número aumentó en 5,3 millones, llegando a casi 25 millones de personas. La indigencia también experimentó un crecimiento significativo, sumando 3 millones de personas más a esta condición extrema.

Un aspecto alarmante del informe del INDEC es que el 66,1% de los niños, niñas y adolescentes menores de 14 años viven en hogares que están por debajo de la línea de pobreza. Esto implica que más de dos tercios de la infancia argentina se enfrenta a carencias que impactarán en su futuro desarrollo. Entre los jóvenes de 15 a 29 años, la pobreza afecta al 60,7%, y en el grupo de 30 a 64 años, al 48,6%.

Estas cifras reflejan un panorama preocupante para las próximas generaciones y muestran cómo la crisis está impactando de manera desigual a distintos sectores de la sociedad. Entre los adultos mayores de 65 años, el 29,7% vive en condiciones de pobreza.

El análisis por regiones muestra que las zonas más afectadas son el Noreste (NEA), con un 62,9% de personas bajo la línea de pobreza, y el Noroeste (NOA), con un 57%. Estas cifras contrastan con las regiones de la Patagonia y Pampeana, donde los índices, aunque elevados, son menores, con un 49,1% y un 49,9%, respectivamente.

En las grandes ciudades, donde habitan más de 500.000 personas, la pobreza aumentó en 11 puntos porcentuales, mientras que en los aglomerados más pequeños, el incremento fue de 12,3 puntos.

A pesar de las sombrías cifras, algunos economistas señalan que podría haber una leve mejora en la segunda mitad de 2024. Eugenio Marí, economista en jefe de la Fundación Libertad y Progreso, destacó que "la fuerte baja de la inflación y la mejora de los salarios reales podrían ayudar a reducir la tasa de pobreza en los próximos meses". Sin embargo, esta recuperación dependerá de varios factores, entre ellos, la estabilidad de la economía y la implementación de políticas públicas eficaces.

Sin embargo, desde el Observatorio Social de la UCA, Agustín Salvia advirtió que la pérdida de empleos en el sector informal y los bajos salarios en el sector privado siguen siendo determinantes clave de la pobreza. "El sector de los trabajadores informales, que cayó en la indigencia, sigue dependiendo de los programas sociales, y la recuperación en ese sector es prácticamente nula", subrayó.

A medida que el gobierno de Javier Milei avanza en su primer año de gestión, las cifras de pobreza e indigencia reflejan una crisis que golpea a millones de argentinos. Aunque algunos economistas proyectan una leve mejora en los próximos meses, el desafío sigue siendo monumental, sobre todo para los sectores más vulnerables, como los niños y los trabajadores informales.

El debate sobre las soluciones posibles sigue abierto, y la urgencia de implementar medidas eficaces se vuelve cada día más evidente en un país donde la desigualdad y la exclusión social son la norma para una gran parte de la población.