En el mes de febrero de 2025, el consumo masivo en Argentina registró una baja interanual del 9,8%, alcanzando ya 15 meses consecutivos de retracción. El dato, relevado por la consultora Scentia, destaca un retroceso promedio del 10,2% en distintas regiones del país, afectando tanto al Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) como al interior.

Este comportamiento negativo en el consumo refleja el impacto de la inflación, que sigue acelerando el costo de la canasta básica alimentaria (CBA) por encima de la canasta básica total (CBT). Los aumentos de precios no solo afectan el poder adquisitivo de los consumidores, sino que también están afectando a las ventas en supermercados y autoservicios, que vienen experimentando un deterioro desde hace más de un año.

El 2024 comenzó con una retracción del consumo masivo del 3,5% en enero, y a partir de allí, mes a mes, las cifras fueron en descenso. Los últimos datos, correspondientes a febrero de 2025, muestran una caída del 9,8%, consolidando 15 meses consecutivos de bajas.

Según Scentia, el promedio de la caída mensual en el consumo masivo desde enero de 2024 fue del 10,2%. Los mayores picos negativos se observaron en los meses de septiembre (-22,3%), octubre (-20,4%) y noviembre (-20%). No obstante, desde octubre de 2024, el consumo masivo viene mostrando una desaceleración en su caída, aunque sin señales de recuperación a corto plazo.

Entre las categorías más afectadas en febrero de 2025 destacan las bebidas sin alcohol, con una caída del 18,8%, seguidas por las bebidas alcohólicas, que retrocedieron un 16,2%. Los productos considerados de consumo "impulsivo", como snacks o golosinas, también sufrieron una baja significativa del 10,5%. A esto se suman los artículos de limpieza de ropa y hogar, con una disminución del 9,7%, y los productos de higiene personal y cosmética, que cayeron un 8%.

Estos datos muestran cómo la inflación y los incrementos en los precios de los productos esenciales afectan tanto los bienes de primera necesidad como aquellos de consumo esporádico.

En cuanto a la geografía del consumo, Scentia informó que el AMBA fue la región más afectada, con una baja del 8,3% en las ventas de supermercados y autoservicios. En el resto del país, la caída fue menor, aunque significativa, con un promedio del 4,9%.

A nivel nacional, la situación es similar en términos de disminución del consumo, afectando a todos los sectores sociales, pero con mayor impacto en aquellos más vulnerables a las subas en los precios de la canasta básica alimentaria.

El costo de la canasta básica alimentaria, que determina la línea de indigencia, mostró en febrero su mayor aumento en seis meses, con una suba del 3,2%, mientras que la canasta básica total subió un 2,3%, alcanzando su registro más alto desde octubre de 2024.

El INDEC reveló que una familia tipo (dos adultos y dos niños) necesitó $1.057.923 en febrero para no ser considerada pobre. Para no caer en la indigencia, esa misma familia requirió $468.108. Estos aumentos se dan en un contexto de mayor presión inflacionaria, sobre todo en alimentos clave como la carne, que registró alzas significativas.

Por primera vez en nueve meses, el costo de la canasta básica alimentaria superó al de la canasta total, reflejando el impacto más fuerte en productos esenciales para la alimentación, lo que agrava la situación para los sectores de menores ingresos.

A pesar de la desaceleración de la caída del consumo en los últimos meses, las perspectivas no son alentadoras. La combinación de inflación elevada, caída del poder adquisitivo y una economía que muestra signos de estancamiento, plantea un escenario en el que la recuperación del consumo masivo parece lejana.

El impacto es más fuerte en los sectores más vulnerables, donde la suba de los precios de productos básicos como alimentos y bebidas genera mayores dificultades para mantener los niveles de consumo, afectando tanto a la economía doméstica como a las ventas de los comercios.